
A veces no es fácil llorar. No libera, ni alivia, ni sienta mejor…
Últimamente me duele. Cada lágrima que pierdo es una punzada, un recordatorio más de los motivos de mi llanto…
En cada una de ellas he podido leer tristezas, soledades, miedos, incertidumbres, dudas, rechazos, angustias…
Y no quiero mojarme más con eso. No quiero seguir calada hasta el alma, sintiendo la humedad en mi pecho, tiritando de frío por las noches, escurriendo el corazón por las mañanas y tendiendo al sol los ojos. No quiero más pulmonías de dolor, ni más resfriados de miedos. Quiero estar seca y limpia, quiero envolverme en sábanas cálidas de seguridad y rodearme de abrazos de sonrisas.Ya no sé cuánto dura esto. No sé si alguna vez volvió a empezar, porque apenas recuerdo ningún final. Y cada vez me siento más cansada, exhausta, sin ganas de buscar ni esperanzas de encontrar. Las vueltaas del destino me tienen destrozadas las piernas. Estoy harta de los juegos de la vida, de las sonrisas falsas del sol y de la falsa ternura de la luna. Me agotan las calles cortadas, los semáforos rojos y las señales de stop.
Odio seguir un mapa durante horas, días, y acabar encontrándome en el punto de partida.
NO WAY OUT.
Un par de soledades y tres o cuatro miedos me están mojando el teclado…
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